jueves, 10 de junio de 2010

Sencillo experimento para los que quieren tener o aumentar su fe.

Dios promete misericordia al que lo pide, pero lo que no promete es el mañana; y está claro que después de la muerte, ya tiene lugar la Justicia Divina.
Y si infierno es un estado irreversible en el que no se ve a Dios, es una pena vivir en esta vida terrena el infeliz equivalente, aunque en la versión de potencialmente reversible.
Vivir sin Dios es una auténtica pena y desgracia, y desgraciadamente hay mucha gente que se dedica a robar a Dios (de libros y demás), de lo cual seguramente darán severa cuenta a Dios.
Dios es el principio y fin de toda vida humana. Pero las personas humanas, en muchas ocasiones, prefieren “servir” o complacer a las criaturas, antes que al Creador de ellas, ya que esto les resulta inicialmente más cómodo y más acorde con los propios intereses egoístas.
Os propondría el siguiente experimento ante cualquier persona a la que se vaya a ayudar en algo, o ante la que uno se sienta llamado a ello:
Se trata de encaminarse, como último objetivo, al bien real de esa persona (aunque se estuviera, por ejemplo ayudando a resolver un problema material concreto), y que esto esté por encima de los particulares intereses superficiales (quedar bien, amor propio desordenado, etc.); si uno sólo pensase en el bien material de otra persona, esto no obliga a depurar la propia intención, pero sí si uno busca el bien real de la otra persona.
Animaría a hacer la prueba, y seguro que se “verán” los efectos beneficiosos (que quizá otros no vean con los ojos), sobre todo cuando a uno le cueste, lo cual costará sin duda, si se hace bien. Y resulta que el bien real es bueno para todos, y el sólo aparente, que se limita a alimentar intereses vanos, para nadie.

No hay comentarios: