De la biografía de San Ignacio por Casanova.
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Comienza por distinguir la consolación que tiene alguna causa en las
cosas criadas, de la que ninguna tiene, y afirma profundamente que sólo es de Dios Nuestro Señor dar
consolación al ánima sin causa precedente, es decir, sin ningún previo sentimiento o conocimiento de algún objeto por el
cual venga la tal consolación, mediante sus actos de entendimiento y voluntad. Con
causa (de la manera que acaba de explicar) puede consolar al ánima así el buen Ángel como el malo, por contrarios
fines. El discernir estos casos no es cosa de sentimentalismos, sino de
puro análisis racional. Debemos muchos advertir el discurso de los
pensamientos; y si el principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo
bien, señal es de buen Ángel; mas, si en el discurso de los pensamientos que
trae acaba en alguna cosa mala o distractiva, o menos buena que la que el ánima
antes tenía propuesta de hacer, o la enflaquece, o inquieta, o conturba a la
ánima, quitándole su paz, tranquilidad y quietud, que antes tenía, clara señal
es proceder de mal espíritu, enemigo de nuestro provecho y salud eterna.
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