Parte tercera del libro de la Imitación de Jesucristo
nuestro Señor. Francisco Arias. 1602. Página 456.
En
que se declara, en que consiste la pobreza de espíritu, que es de consejo, y
los grados que tiene, y como el principal y mejor es, dejar todos los bienes
por seguir a Cristo.
Esta que habemos declarado, es la pobreza
de espíritu y voluntad, que es necesaria a todos los fieles, y en que todos
deben de imitar a Cristo. Veamos ahora en que consiste la pobreza de espíritu y
pobreza voluntaria, que es de consejo, y pertenece principalmente a aquellos,
que pretenden ir por el camino de la perfección, y alcanzar la perfecta caridad
y amor de Dios. Consiste primeramente, en que el hombre fiel deje de hecho
todas las riquezas, y bienes que tiene, distribuyéndolos a pobres, o empleándolos en otras obras de
caridad y misericordia, y haciéndose pobre por Cristo y por el reino de los
cielos. Ya que para esto no solamente deje los bienes, que de presente tiene,
sino también el ánimo y voluntad de tenerlos en adelante, con determinación
firme de vivir siempre en pobreza. Y eso lo puede cumplir el siervo de Cristo
que desea imitarlo y alcanzar la perfección, por muchas maneras, o entrándose en religión,
y sustentándose de los bienes y limosnas de la misma religión. O quedándose en
el siglo, y sustentándose con el trabajo de sus manos, o con el estipendio de
algún ministerio Eclesiástico, o con limosnas de los fieles, las que bastan
para sustentarse. O reservando alguna parte pequeña de la hacienda, que tenía,
la que solamente es necesaria, para sustentar pobremente la vida: que aunque
esta no sea tan perfecta y estrecha pobreza, como es la del que lo deja todo,
mas para algunas personas y para algunos fines buenos puede ser mas
conveniente: y especialmente para mujeres y personas flacas, que viviendo en el
siglo, no se pueden sustentar con solo su trabajo, y pedir o recibir de limosna
todo lo necesario, les sería de grande inconveniente. Esta pobreza cuanto a lo
principal de ella, aconsejó Cristo en el Evangelio, cuando dijo a un mancebo
rico, que guardaba los mandamientos: Si quieres ser perfecto, anda ve, y vende
cuantos bienes tienes, y dalos a los pobres, y sígueme.
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