jueves, 27 de noviembre de 2014

VERSÍCULOS DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13-17 Y SEGÚN SAN MATEO.


VERSÍCULOS DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13-17, Y VERSÍCULOS DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO, con anotaciones de Scio de Miguel (S.M.), Anselmo Petite (A.P.), y Torres Amat (T.A.).

Juan 13, 34: Un nuevo mandamiento (S.M.: Levit 19, 18; Mateo 22, 39; Juan 15, 12; también las mismas referencias en A.P. en el mismo versículo) os doy, y es (T.A. : Levit 19, 18) (S.M.: Este mandamiento, aunque había sido de todos tiempos, se llama nuevo; porque Jesucristo lo establece nuevamente, elevándolo a una nueva perfección poniendo el amor, que Él tuvo a los hombres, por regla y pauta del que sus discípulos se debían tener los unos a los otros, y dejándoselo por distintivo y carácter de los cristianos, y divisa de la ley nueva del Evangelio. Lo llama nuevo, para mostrar que lo debemos tener siempre presente como una cosa nueva) (A.P.: El precepto de la mutua caridad no es nuevo, sino de todos los tiempos, y tan antiguo como el  mundo. Pero le llama Jesucristo nuevo, o porque, aunque estaba escrito en la Ley y los Profetas, apenas tenía uso entre los hombres, y Jesucristo le restauró y renovó: o como explican los Padres, porque no como quiera manda el Señor que nos amemos unos a otros, sino que nos amemos, como Él nos amó: lo que eleva este amor a una nueva excelencia y perfección. Véanse S. Crisóstomo, S. Cirilo, Teodoreto y Eutimio sobre este lugar) : Que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado, para que vosotros os améis también entre vosotros mismos (T.A.: No del modo que los escribas y fariseos enseñan que se ha de amar al prójimo, sino de un modo más perfecto y nuevo en el mundo).
Juan 13, 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis caridad entre vosotros.
Juan 13, 36 Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Respondió Jesús: Adonde yo voy, no me puedes ahora seguir (S.M.:Porque eres aún muy flaco, y no ha llegado el tiempo determinado por mi Padre): mas me seguirás después (S.M.: Cuando fortificado por virtud del Espíritu Santo ofrecerás tu vida, y la sacrificarás por mi amor).
Juan 13, 37 Pedro le dice: ¿Por qué no te puedo seguir ahora? Mi alma pondré por ti (S.M.: No podía oír hablar de separarse de Cristo, aunque fuese por poco tiempo. Era como un enfermo a quien engañaba la voluntad; pero que no conocía la enfermedad que le consumía y acababa. Había oído decir al Señor, que no podría seguirle, y esto no obstante replica que bien podía. Mas la experiencia le enseñó después, que el amor que creía tener a su Maestro, era vano sin el socorro, que viene de lo alto. S. Agust.) (A.P.: Mateo 26, 35; Marcos 14, 29; Lucas 22, 33).
Juan 13, 38 Jesús le respondió: ¿Tu alma pondrás por mí? En verdad, en verdad te digo: Que no cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces (S.M.: No habrá acabado de cantar el gallo. El Señor permitió esta caída para humillarle en su vana confianza, y para darle a entender que el hombre nada puede sin el socorro de la gracia. Véase lo que dejamos notado Mateo 26, 35; Marcos 14, 29; Lucas 22, 33). 

JUAN 14 ( T. A.: Mat. 7, 21. Marc 11).
Juan 14, 17 El Espíritu de verdad, a quien el mundo (S.M.: En este lugar y en los siguientes la palabra  mundo tienen dos sentidos. Se toma primeramente por los judíos, enemigos de la persona y doctrina de Jesucristo, los cuales con gritos sediciosos habían de pedir su muerte, oponerse después por los medios más violentos al establecimiento del Evangelio, y perseverar en su obstinación y dureza. Se toma también en general por todos aquellos que viven como viles esclavos, sujetos a sus pasiones. Estos con sus máximas y conducta forman una contradicción a las máximas y ejemplos de Jesucristo, y sus nombres no están escritos en el libro de la vida. Puede también entenderse este espíritu de verdad, como contrapuesto al espíritu de error, de falsedad, de tinieblas y de ceguedad que estaba esparcido por todo el mundo) no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce (A.P.: El Espíritu de verdad es el Espíritu Santo, que nos enseña todas las verdades, como dice Jesucristo en San Mateo 10,20. No le puede recibir el mundo, esto es, los hombres carnales que se dejan llevar de sus pasiones y apetitos, porque gobernados por el espíritu del error y de la mentira, no le conocen. Calm.) (S.M.: Un hombre carnal no puede ser la morada del Espíritu Santo, ni conocerle, porque no ve ni conoce sino lo que mueve los sentidos). Mas vosotros le conoceréis, porque habitará con vosotros, y estará en vosotros.
Juan 14,18
 No os dejaré huérfanos: vendré a vosotros.

Juan 14, 21 Quien tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama. Y el que me ama, será amado de mi Padre: y  yo le amaré, y  me le manifestaré (S.M.: Yo no me manifestaré: esto es, no comunicaré copiosamente mi luz divina, sino a aquel que me ama, y  que da pruebas de su amor observando mis mandamientos. Al mundo lo dejaré envuelto en tinieblas) a mí mismo.
Juan 14, 22 Le dice entonces Judas, no aquel Iscariotes: ¿Señor, qué es la causa, que te has de manifestar a nosotros, y no al mundo?

Juan 14, 23 Jesús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y  mi Padre le amará, y vendremos á él, y harémos morada en él (S. M.:  San Judas no entendió el sentido de las palabras del Señor, y por eso le hace esta pregunta. Jesucristo responde dándole á entender, que se descubrirá y manifestará á todos los que le amaren; que estos guardarán sus mandamientos; y que en recompensa de esta fidelidad y amor, serán el objeto y el cariño de toda la Santísima Trinidad, que habitará en ellos de asiento y con modo muy particular. S. Agcstin.) (A.P.: El amor, dice San Agustín, distingue y discierne del mundo a los Santos, y les hace habitar juntos en una casa: en la cual hacen su mansión el Padre y el Hijo, que dan este amor a aquellos, a quienes  manifestarán al fin su gloria. Entre tanto, vienen a nosotros el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo un solo Dios en tres personas, cuando nosotros vamos a ellos. Vienen ayudándonos y protegiéndonos; y nosotros vamos obedeciéndolos: vienen ilustrándonos; y nosotros vamos siguiendo sus luces e inspiraciones: vienen llenándonos de dones; y nosotros vamos recibiéndolos dignamente, y con gratitud: para que así su mansión en nosotros no sea transitoria, sino eterna. S. Agust. tract. 76. in Joan.)
Juan 14, 24 El que no me ama, no guarda mis palabras. Y la palabra que habéis oido, no es mía: sino del Padre, que me envió.
Juan 14, 25 Estas cosas os he hablado estando con vosotros.
Juan 14, 26 Y el Consolador, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre (S.M.: Por mis méritos, por mi mediación, y  por respeto mío), él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo aquello que yo os hubiere dicho).
Juan 14, 27 La paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy yo como la da el mundo (S.M.: La paz que el mundo desea á sus amadores se funda en solas palabras, y en que gocen con sosiego estos bienes frivolos y perecederos. La que Jesucristo da a sus discípulos consiste en hallar su descanso y felicidad en solo Dios, aun en medio de las mayores adversidades y trabajos. La da porque efectivamente obra lo que promete y dice. Esta paz es uno de los frutos del Espíritu Santo.  Gálatas 5)  (A.P.: La paz del mundo consiste en gustos y consuelos temporales, y en desear bienes perecederos. La paz que Jesucristo da a sus Discípulos, les hace hallar su descanso, su gozo y su felicidad en Dios solo, aún en medio de las mayores adversidades.  . S. Agust. tract. 77. in Joan.). No se turbe vuestro corazón, ni se acobarde.

Juan 14, 30 Y no hablaré mucho con vosotros: porque viene el príncipe de este mundo ( A.P.: El príncipe de este mundo es el demonio, que domina en el corazón de todos aquellos que aman al mundo, se gobiernan por su espíritu, y siguen sus máximas. Nat. Alex.) (T. A.: Se acerca el diablo, por medio de sus ministros para darme la muerte, aunque ningún derecho tiene él sobre mí. V. Mundo) : y en mí no tiene cosa alguna (A.P.: Pero este príncipe no tiene cosa alguna en Jesucristo, en quien ni había, ni podía haber la menor sombra de pecado. Calm.). 

Juan 15, 7 Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieran en vosotros, pedireis cuanto quisiereis, y os será hecho (S.M.: Si permanecemos en Dios por caridad, y ponemos sus palabras en el fondo de nuestro corazón para no pecar, Salmo 118, 11, conseguiremos sin duda todo lo que pidamos; porque en este caso no querremos ni pediremos sino lo que fuere conforme á la voluntad de Dios: y este Señor no dejará de concedernos lo que le pidamos, puesto que es él mismo el que nos lo hace pedir. S. Agustin).
Juan 15, 9 Como el Padre me amó, así también yo os he amado. Perseverad en mi amor.
Juan 15, 10 Si guardareis mis mandamientos, perseverareis en mi amor, así como yo tambien he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor (Yo aunque soy igual a Dios, me humillé a mí mismo, y me hice obediente hasta la muerte, cumpliendo el mandamiento de mi Padre, que me ordenó que padeciese muerte, y muerte afrentosa de cruz por la salud de todos los hombres: y obedeciéndole así, di muestras de que le amaba. Pues del mismo modo vosotros para dar muestras de que amáis a vuestro Maestro, debéis observar inviolablemente sus preceptos aunque sea a expensas de vuestra libertad y de vuestra vida).
Juan 15, 11 Estas cosas os he dicho: para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido (Porque no puede ser cumplido sin una entera resignación en la divina voluntad).
Juan 15, 12 Este  (S.M.: Juan 13, 34; Efesios 5, 2; 1 Tesalonicenses 4, 9) es mi mandamiento que os ameis los unos á los otros como yo os amé (Juan 13, 34).
Juan 15, 17 Esto (1 Juan 3, y 4, 7) os mando, que os ameis los unos á los otros.
Juan 15, 18 Si el mundo os aborrece : sabed que me aborreció á mí antes que á vosotros (S.M.: … Todos los que quieren vivir en la piedad, serán expuestos a la persecución. 2ª a Timoteo 3, 12. Debían padecer mucho los que eran enviados a declarar la guerra al demonio, arruinando con la verdad y solidez del Evangelio todas las vanas supersticiones del Paganismo, y combatiendo todas las pasiones de los hombres. Pero el Señor los alienta con su ejemplo).
Juan 15, 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que era suyo (S.M.: El mundo aborrece todo lo que le es opuesto; el mundo soberbio aborrece a los discípulos del Señor, que son humildes y que predican la necesidad de la humildad. El mundo que ama las riquezas, aborrece a los pobres, que con su ejemplo y palabras predican la pobreza. El mundo entregado a los placeres, aborrece a los que aman la cruz, y enseñan la penitencia. Y así es necesario que sea aborrecido del mundo, el que no sigue el espíritu y las máximas del mundo.) : mas porque no soy del mundo, antes yo os escogí del mundo, por eso os aborrece el mundo.
Juan 15, 20 Acordaos de mi palabra, que yo os he dicho (S.M.: Juan 13, 16; Mateo 10, 24; y 24, 9). El siervo no es mayor que su señor. Si á mí han perseguido, también os perseguirán á vosotros : si mi palabra han guardado, también guardarán la vuestra (S.M.: Mateo 10, 24. Juan 13, 16. Otros interpretan servaverunt por observaverunt, observaron con el fin de sorprenderme: tu caperent in sermone).
Juan 15, 21 Mas todas estas cosas os harán (S.M.: Sufrir todos los malos tratamientos y violencias por la confesión de mi nombre) por causa de mi nombre : porque  no conocen á aquel que me ha enviado.
Juan 15, 22 Si no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado : mas ahora no tienen escusa de su pecado (S.M.: En su voluntaria y obstinada incredulidad. Yo mismo he venido a predicarles: yo he confirmado mi doctrina con repetidos y nunca visto prodigios. Yo mismo les he hecho ver cuan conforme es todo lo que ven en mí, con lo que Moisés y los profetas les anunciaron del Mesías que había de venir para salvarlos. De aquí se ve que la infidelidad negativa de aquellos á quienes no fue predicado el Evangelio, no es pecado. Mas de que tengan disculpa de este pecado, no se sigue que la tengan de los otros. S. Agustín Cap. 16, 9).
Juan 15, 23 El que me aborrece, también aborrece a mi Padre (S.M.: Porque mi Padre y yo somos una misma cosa. Juan 10, 30).
Juan 15, 24 Si no hubiese entre ellos obras, que ninguno otro ha hecho, no tendrían pecado : mas ahora, y las han visto , y me aborrecen a mí ; y á mi Padre.
Juan 15, 25 Mas para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley (S.M.: Salmo 24, 19, y 68, 5. Al paso que el Señor los colmaba de nuevos y mayores beneficios, se aumentaba más y más su furor y odio contra su persona. Gratis, sin causa, de balde, por su pura malicia. Odio iniquo): Que me aborrecieron de grado.
Juan 16, 1 Os he dicho estas cosas para que no os escandaliceis (A.P.: Esto es: para que no os turbéis, ni inquietéis, si en lugar de ser mirados como siervos fieles míos, se os trata con desprecio y con ignominia. Meseng.
Juan 16, 2 Os echarán de las Synagogas : y se llega el tiempo en que todo aquel que os matare, juzgará que hace servicio a Dios.
Juan 16, 3 Y os tratarán así, porque no conocen al Padre ni a mí.
Juan 16, 4 Pero os he dicho estas cosas, para que cuando llegue el tiempo de ellas, os acordéis que yo os las dixe.
Juan 16, 5 Y no os las dixe desde el principio, porque estaba con vosotros (No os dixe estas cosas tan particular e individualmente, porque estabais seguros mientras yo estaba con vosotros. Y yo sabía que todo el odio y furor de los judíos sería contra mí. San Crisóstomo bic.). ...
Juan 16, 33 Esto os he dicho , para que tengais paz en mí (A.P.: Esto es: Os he dicho esto, no para echaros en cara vuestra flaqueza; sino para que viendo que sé y conozco lo que ha de suceder, pongáis en mí todo vuestro consuelo y tranquilidad. Calmet. Duam). En el mundo tendreis apretura : mas tened confianza, que yo he vencido al mundo (S.M.: Os he advertido todas estas cosas, para que entendáis que vuestra paz y seguridad la habéis de poner en mí, y en los auxilios de mi gracia. En el mundo solamente hallaréis aflicciones, angustias y trabajos, mas no os acobardéis por eso, porque vais a combatir contra un mundo, que yo ya he vencido y sujetado).
Juan 17, 3 Y la vida eterna consiste en que ellos te conozcan por el solo verdadero Dios, y a Jesucristo enviado por tí (A.P.: La vida eterna consiste en conocer a un solo verdadero Dios, el Padre, Jesucristo, que es nuestro Salvador, y el Espíritu Santo; no con un conocimiento especulativo, sino con un conocimiento práctico informado de la caridad. Santiago ep.2.c.20.).

Juan 17, 11 Y ya no estoy en el mundo (S.M.: Jesucristo habla a Su Eterno Padre como si estuviera ya muerto, porque iba a morir; y le recomienda a sus discípulos para el tiempo que no gozarían visiblemente de su presencia como la gozaban entonces.), mas estos están en el  mundo, y yo voy á tí. Padre santo, guarda por tu nombre (S.M.: Por tu bondad, en tu amistad y en tu gracia.) á aquellos que Me diste: para que sean una cosa (A.P.: Para que sean una sola cosa en la fe, en el ánimo, en la concordia, y en la caridad, como las divinas personas lo son en la voluntad y en la esencia. Nat. Duamel.), como también nosotros (S.M.: Que estén unidos entre sí por la caridad tan estrechamente, que esta unión sea una imagen de la unidad substancial que hay entre el Padre y el Hijo.).
Juan 17, 12 Mientras que yo estaba con ellos ( S.M.: T. Gr. ..., en el  mundo.), los guardaba en Tu Nombre (S.M.: Por vuestro poder y por vuestra gracia.). Guardé a los que me diste (S.M.: MS. ... los que diste a mí.), y no pereció ninguno de ellos, sino el hijo de perdición (S.M.: Judas. No se perdió este porque la Escritura había anunciado que se perdería, sino que la Escritura lo anunció porque Judas se había de perder, y porque el Espíritu Santo, que hablaba por boca de David, veía el enorme delito de este Apóstata. S. Thomas in Joann.), para que se cumpliese la Escritura.
Juan 17, 13. Mas ahora voy á tí, y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos (S.M.: Para que gocen interiormente del consuelo que da una buena conciencia, una fe viva, y una fe con la que vivan seguros de que el brazo del Señor los sostendría contra los ataques de sus enemigos, y contra todos los esfuerzos del siglo.).
Juan 17, 14 Yo les dí tu palabra (S.M.: Yo les he confiado la verdad de vuestra palabra, y porque han seguido esta verdad han sido aborrecidos de los mundanos. No han visto en ellos sentimientos de la carne y de la tierra, y los han aborrecido, porque condenan su espíritu y sus máximas, como Yo también las condeno.), y elmundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.


Juan 17, 15. No te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes de mal (S.M.: Quiero que trabajen en el mundo, y que merezcan trabajando en la conversión del mundo. Después que se hayan labrado la corona sacadlos en paz de él, y entre tanto libradlos de todo mal, de la corrupción del mundo, de la malicia y de las tentaciones del espíritu maligno. T. Gr. ..., del malo, o del espíritu maligno).
Juan 17, 16. No son del mundo, así como tampoco yo soy del mundo.
Juan 17, 17. Santifícalos con tu verdad (S.M.:  T. Gr. ..., en tu verdad. Conságralos por la unción de Tu Espíritu, que les dé una santidad interior y verdadera, y que los haga dignos Ministros de Tu Palabra, que es la Verdad misma.) (A.P.: Esto es: conságralos por la unción del Espíritu Santo, que les dará una santidad interior y verdadera. San Crisóstomo, S. Cirilo, S. Beda bic.). Tu palabra es la verdad.
Juan 17, 18. Como Tú me enviaste al mundo, también Yo los he enviado al mundo (S.M.: Para trabajar en la misma obra; pero con esta considerable diferencia, que Jesucristo era el Autor de la reconciliación del mundo con Dios; mas los Apóstoles eran sus Ministros para la dispensación de la palabra y de los Sacramentos.).
Juan 17, 19. Y por ellos Yo me santifico (A.P.: Yo me santifico, me ofrezco, me consagro, me sacrifico a mí mismo como víctima y Sacerdote por ellos. Natal. Calmet) á mí mismo (S.M.: Yo me consagro y ofrezco en sacrificio, para que ellos verdaderamente sean santos, y se consagren a tu servicio como verdaderos Sacerdotes, de quienes los antiguos no fueron sino imágenes muy imperfectas.), para que ellos sean también santificados en verdad.
Juan 17, 20. Mas no ruego tan solamente por ellos, sino también por aquellos, que han de creer (S.M.: Ruega el Señor públicamente en calidad de Pontífice por todos los suyos, que creían en Él y habían de creer en la serie de todos los siglos hasta el fin del mundo.) en mí por la palabra de ellos.
Juan 17, 21. Para que sean todos una cosa (S.M.: Una cosa: Jesucristo por medio de esta comparación no pretende que los fieles sean una misma cosa entre sí, del mismo modo que Él es una misma cosa con el Padre, porque esta unidad del Padre con el Hijo consiste en ..., o en la consubstancialidad,: mas la de los fieles en ..., en la conformidad de las voluntades o ánimos. Hechos 4, 32. La unidad entre el Padre y el Hijo es esencial: Juan 10, 30 y 14, 9-10. mas la de los fieles entre sí y con Cristo es espiritual y mística. Romanos 12, 5. Efesios 4, 3.), así como Tú, Padre, en mí, y yo en tí, que también sean ellos una cosa en nosotros; para que el mundo crea, que tú me enviaste (S.M.: Para que esta unión de los hijos de Dios formada por la fe y la caridad, obligue al mundo, por incrédulo que sea, a confesar, que la religión de Jesucristo es la obra de Dios, y que Jesucristo es el Hijo del eterno Padre.) (A.P.:  Para que viendo los Gentiles la unión, la concordia y unanimidad de mis Discípulos, y de todos mis fieles, crean que yo soy el verdadero Mesías enviado por ti, y abracen mi Religión. San Crisóstomo. Teodor. Eutimio bic.)
Juan 17, 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumados en la unidad (A.P.: Esto es, para que por medio de la caridad estén perfectamente unidos con el Padre, con el Hijo, y entre sí mismos. Nat. Alex.); y conozca el mundo que tú me enviaste, y los has amado, como me amaste a mí.


Mateo 5, 48  Pues sed vosotros perfectos, así como vuestro Padre Celestial (S.C.: Imitad en cuanto os sea posible la perfección del amor, que vuestro Padre Celestial muestra a sus criaturas, colmándolas de bienes en todos los momentos, sin que detengan sus misericordias la ingratitud y dureza con que le corresponden) es perfecto.

MATEO 7, 21 No todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese entrará en el reino de los cielos (S.C.:  … Para hacernos dignos de hallar el camino del cielo, es necesario cumplir en todo la voluntad del Señor guardando sus preceptos. S. Hilar.)


 MATEO 7, 22 Muchos me dirán en aquel día (S.C.: En el día del juicio final, o también en el de su muerte. Las palabras solas no bastan para salvarnos. Los milagros y prodigios que se hacen en el nombre de Jesucristo, son señales equívocas, por las que no se puede asegurar que está en caridad el que los hace. S. Pablo lo declara expresamente I Corinth. 13, 2, diciendo: que cuando tuviera toda la fe, hasta poder trasladar todos los montes, de nada le serviría, si no tenía caridad. Y así el Señor en el día grande del juicio hará ver quiénes fueron aquellos que obraron e hicieron lo mismo que enseñaron).

MATEO 7, 23 Y entonces yo les diré claramente: Nunca os conocí: apartaos de mí los que obrais la iniquidad.

MATEO 7, 24 Pues todo aquel que oye estas mis palabras, y las cumple, comparado será a un varón (S.C.:  … Esta es la conclusión, dice S. Agustín, de todo lo que Jesucristo dice en el sermón que hizo sobre el monte, en el que se comprende toda la perfección de los divinos preceptos, que pueden servir para formar un verdadero cristiano. El Señor compara a un hombre sabio, que fabricó sobre piedra, y no sobre arena, al que escucha sus palabras, no con los oídos del cuerpo, sino del corazón, y que practica no una parte sola de estas verdades, sino todas. Este edificio no podrá ser derribado ni por las lluvias de los placeres, ni por los rios de las pasiones violentas, ni por los impetuosos vientos de nuestros enemigos, que buscan nuestra perdición. Mas los que fabrican sobre arena, esto es, sobre otro fundamento que el de la verdad de la palabra del Señor y de su amor, estos oyen el santo Evangelio, mas no lo practican, contentándose con decir: Señor, Señor; esto es, con adorarle como cristianos; pero no cuidándose de cumplir su voluntad. Estos fabrican sobre arena, y están expuestos a una grande ruina. Y ¿ qué ruina mayor, dice S. Juan Crisóstomo, que la pérdida de su alma, y la privación de los bienes eternos?) sabio, que edificó su casa sobre la peña,

MATEO 7, 28 Y fue, que cuando Jesús hubo acabado estos discursos, se maravillaban las gentes de su doctrina (S.C.: Se maravillaban oyendo una doctrina tan pura, y una moral tan opuesta a todos los sentidos, y al modo de pensar de los hombres. Les hablaba no solamente como de parte de Dios, sino como que él mismo era Dios, haciéndoles conocer el espíritu de la Ley y su perfección, y acompañando las palabras con milagros, y con una interior unción, que persuadía, ablandaba y convencía a los que le oían).



Mateo 25, 33 Y pondrá las ovejas (S.C.: Pondrá a su derecha a los que reconocerá por ovejas suyas, que habrán oído su voz como la de su pastor; y a su izquierda a los réprobos, que ha querido figurarnos en los cabritos, por la impureza de estos animales, y por el mal olor que arrojan de sí. La mano derecha o la izquierda significa particularmente la salvación de los unos, y la condenación de los otros) a su derecha, y los cabritos a la izquierda.

Mateo 25, 41 Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí malditos al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y para sus ángeles.
DE LA BIBLIA TRADUCIDA Y COMENTADA POR STRAUNBINGER: 


Juan 14, 30: El príncipe del mundo: Satanás. Tremenda revelación que, explicándose por el triunfo originario de la serpiente sobre el hombre (Cf. Sab 2, 24 y nota), explica a su vez las condenaciones implacables que a cada paso formula el Señor sobre todo lo mundano, que en cualquier tiempo aparece tan honorable como aparecían los que condenaron a Jesús. Cf. v. 16; 7, 7; 12, 31; 15, 18 ss.; 16, 11; 16, 9 y 14; Luc. 16, 15; Rom. 12, 2; Gál. 1, 4; 6, 14; 1 Tim. 6, 13; Sant. 1, 27; 4, 4; 1 Pedro 5, 8; 1 Juan 2, 15 y notas).
Juan 14, 16: (… En ellas descubrimos no solamente que de Él parte la iniciativa de nuestra elección; descubrimos también que su Corazón nos elige aunque nosotros no lo hubiéramos elegido a Él. Infinita suavidad de un Maestro que no repara en humillaciones porque es manso y humilde de corazón (Mateo 11, 29). Infinita fuerza de un amor que no repara en ingratitudes, porque no busca su propia conveniencia (1 Cor. 13, 5). Vuestro fruto permanezca: Es la característica de los verdaderos discípulos; no el brillo exterior de su apostolado (Mt. 12, 19 y nota), pero sí la transformación interior de las almas. De igual modo a los falsos profetas, dice Jesús, se les conoce por sus frutos (Mt. 7, 16), que consisten, según S. Agustín, en la adhesión de las gentes a ellos mismos y no a Jesucristo. Cf. 5, 43; 7, 18; 21, 15; Mt. 26, 56 y notas).
Los discípulos serán odiados. Juan 15, 18 Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no sois del nmundo-porque Yo os he entresacado del  mundo-el mundo os odia.
JUAN 16,2-4 Os excluirán de las sinagogas, y aun vendrá el tiempo en que cualquiera que os quite la vida, creerá hacer un obsequio a Dios. 3 Y os harán esto, porque no han conocido al Padre ni a Mí. 4 Os he dicho esto, para que cuando el tiempo venga, os acordéis que Yo os lo había dicho. No os lo dije desde el comienzo, porque Yo estaba con vosotros.
Nota de Juan 16, versículo 2: Creerá hacer un obsequio a Dios: es decir, que se llega a cometer los más grandes males creyendo obrar bien, o sea que, por falta de conocimiento de la verdad revelada que nos hace libres (8, 32) , caermos en los lazos del padre de la mentira (8, 44). Por eso dice: porque no han conocido al Padre ni a Mí, esto es, no los conocían aunque presuntuosamente creían conocerlos para no inquietarse por su indiferencia (cf. Apoc. 3.15 s.). Es ésta la “operación del error” (de que habla con tan tremenda elocuencia S. Pablo en II Tes 2, 9 ss.), a la cual Dios nos abandona por no haber recibido con amor la verdad que está en su Palabra (17, 17) y nos deja que “creamos la mentira”.   … Rara vez hay quien haga el mal por el mal mismo, y de ahí que la especialidad de Satanás, habilísimo engañador, sea llevarnos al mal con apariencia de bien. Así Caifás condenó a Jesús, diciendo ... que estaba escandalizado de oírlo blasfemar, y ... estuvieron de acuerdo con Caifás y lo escupieron a Jesús … (Mt. 26, 65 ss). Él nos anuncia aquí que así sucederá también con sus discípulos (véase 15, 20 ss).
Juan 16, 8-11 Y cuando Él venga, presentará querella al mundo, por capítulo de pecado, por capítulo de justicia, y por capítulo de juicio (nota: Presntará querella: Desde entonces el mundo es un reo, sentado en el banquillo de Dios, perpetuamente acusado por el Espíritu. ¿Cómo podría tener la simpatía del creyente si no es por la engañosa seducción de sus galas?): 9 por capítulo de pecado, porque no han creído en Mí (nota: Jesús se refiere únicamente al pecado de incredulidad, mostrándonos que tal es el pecado por antonomasia, porque pone a prueba la rectitud del corazón. Véase 3, 19; 3, 36; 7, 17; 8, 24; 12, 37 y siguientes; Mc 3, 22; Rom.11, 32 y notas); 10 por capítulo de justicia, porque Yo me voy a mi Padre, y vosotros no me veréis más (Es decir porque Él va a ser glorificado por el Padre, con lo cual quedará de manifiesto su santidad; y entre tanto sus discípulos, aunque privados de la presencia visible del Maestro, serán conducidos por el Paráclito al cumplimiento de toda justicia, con lo cual su vida será un reproche constante para el mundo pecador).; 11 por capítulo de juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado (El Espíritu Santo dará contra el espíritu mundano este tremendo testimonio, que consiste en demostrar que, no obstante las virtudes que suele pregonar, tiene como rector al mismo Satanás. Y así como ha quedado demostrada la justicia de la causa de Cristo (v. 10), quedará también evidenciada, para loshijos de la sabiduría humana, la condenación de la causa de Satanás. Esto no quiere decir que ya esté cumplida plenamente la sentencia contra el diablo y sus ángeles. Véase II Pedro 2, 4; Judas 6; Apoc. 20, 3, 7 y 9.).
Juan 16, 16-20  16Un poco de tiempo y ya no me veréis: y de nuevo un poco y me volveréis a ver, porque me voy al Padre. … (…) … 20 En verdad, en verdad os digo, vosotros vais a llorar y gemir, mientras que el mundo se va a regocijar. Estaréis contristados, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo ( nota de versículos 16 ysiguientes: S. Agustín hace notar que ese otro poco de tiempo es el que empieza después de la Ascensión, que es cuando Jesús se va al Padre, o sea, que lo volveremos a ver cuando venga de allí a juzgar a los vivos y a los muertos. Esta interpretación se deduce del v. 20, donde Jesús se refiere a la alegría del mundo y a las persecuciones del tiempo presente, como también lo indica Sto. Tomás. Por eso cuando Él vuelva nadie nos quitará el gozo (v. 22). Véase 14, 3, 18 y 28. Es, añade el doctor de Hipona, una promesa que se dirige a toda la Iglesia. Este poco de tiempo nos parece bien largo, porque dura todavía, pero cuando haya pasado, comprenderemos entonces cuán corto fue”. Cf. Cant 1, 2; 8, 14 y notas.
Juan 17, 16-17 Ellos no son ya del mundo, así como Yo no soy del mundo.  17 Santifícalos en la verdad: la verdad es tu palabra. (Vemos aquí hasta qué punto el conocimiento y el amor del Evangelio influye en nuestra vida espiritual. Jesús habría podido decirle que nos santificase en la caridad, que es el supremo mandamiento. Pero Él sabe muy bien que ese amor viene del conocimiento (v.3). De ahí que en el plan divino se nos envió primero al Verbo, o sea la Palabra, que es la luz; y luego, como fruto de Él, al Espíritu Santo que es el fuego, el amor. Cf. S. 42, 3) 18 Como Tú me enviaste a Mí al mundo, también Yo los he enviado a ellos al mundo. Y por ellos me santifico Yo mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.  
Juan 17, 3 Y la vida eterna es: que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo Enviado tuyo. (El conocimiento el Padre y del Hijo –obra del Espíritu de ambos que habló por los profetas –se vuelve vida divina en el alma de los creyentes, los cuales son partícipes de la naturaleza divina [II Pedro 1, 4]. Cf. v. 17 y nota; Sab. 15, 3).
Juan 17, 20 Mas no ruego sólo por ellos, sino también por aquellos que, mediante la palabra de ellos, crean en Mí (La fe viene del poder de la palabra evangélica [Rom.10, 17] la cual nos mueve a obrar por amor [Gal. 5, 6]. La oración omnipotente de Jesús se pone aquí a disposición de los verdaderos predicadores de la palabra revelada, para darles eficacia sobre los que la escuchan).
Juan 17, 21 a fin de que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, a fin de que también ellos sean en nosotros, para que el mundo crea que eres Tú el que me enviaste (Para que el mundo crea. Se nos da aquí otra regla infalible de apologética sobrenatural [cf. 7. 17 y nota], que coincide con el sello de los verdaderos discípulos, señalado por Jesús en 13, 35. En ellos el poder de la palabra divina y el vigor de la fe se manifestarán por la unión de sus corazones …, y el mundo creerá entonces, ante el espectáculo de esa mutua caridad, que se fundará en la común participación a la vida divina [v. 3 y 22]. Véanse los vv. 11, 23 y 26).

Lecturas relacionadas con el mandato nuevo del amor: Romanos 13, 10, y 1 Corintios 13, 4-7.


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