miércoles, 10 de diciembre de 2014

De Arte de Instruir y mover las almas en el Tribunal de la Penitencia



1780, tomo segundo
Sobre los medios de hacer sólida nuestra conversión.
Respetos que atan al mundo.
(no literal) Un alma cristiana debe desterrar de sí la menor reliquia de cosa que huela a mundo. 

36  Pero vemos frecuentemente, que por una ceguedad deplorable, los padres y las madres cuidan poco del alma de sus hijos, y se contentan con procurarles los bienes del cuerpo, y nada más. Ellos tienen un cuidado tan grande del aumento temporal de sus hijos, que se abandonan muchas veces a una peligrosa avaricia, con pretexto de una prudente economía. ¿Pero de qué servirán a vuestros hijos para su salvación eterna todos los bienes que habéis amontonado con tanto peligro? Si ellos son malos, no sacarán de ellos utilidad.
Cuando los hijos están mal criados, vale más que sean pobres que no ricos, porque las riquezas apenas permiten que se guarde la castidad y templanza cristiana (San Juan Crisóstomo in cap. 2? Timoteo, cap 9?).

38 "Tened cuidado de criar bien vuestros hijos, corrigiéndolos e instruyéndolos según el Señor" (Efesios 6, 4). Debeis I. hacer de suerte, que nadie haya en vuestra familia que ignore los principios de la religión, y que no esté instruido de las cosas necesarias para la salvación: como el Símbolo, los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, los Sacramentos del Bautismo, de la Penitencia, de la Eucaristía, y demás. Además de estas instrucciones, estáis obligados a trabajar en arreglar los movimientos de su corazón, manifestarles vuestro celo por su salvación, hablándoles frecuentemente de las grandezas de Dios, de las maravillas que ha obrado, y de los beneficios que hemos recibido y recibimos continuamente de sus manos liberales, para inclinarnos, como dice el Profeta, a poner toda su esperanza en Dios, a no olvidar jamás las obras del Señor, y a ser fiel en la investigación práctica de sus santos mandamientos (Salmo 77). Podréis hacer mucho fruto en vuestras instrucciones, inspirándoles en todas ocasiones sentimientos opuestos a los de la naturaleza corrompida, apartando con mucho cuidado todas las ocasiones que pudieran ponerles en peligro de perderse, dándoles buen ejemplo, corrigiéndolos con caridad y prudencia cristiana, en fin, buscándoles buenos maestros, y que sean piadosos.
Podéis inspirarles con fruto sentimientos cristianos, poniéndoles muchas veces delante de los ojos las promesas que han hecho en su Bautismo, explicándoselas, haciéndoles ver que están obligados a guardarlas con una gran fidelidad; diciéndoles, que renunciar al demonio es arrojarle lejos de sí, desecharle, y hacer profesión de aborrecerle: que las pompas del demonio no son otra cosa que las pompas del mundo, es a saber, la ambición, la vanagloria, el lujo, las concurrencias donde reina la ostentación de la vanidad, y que no sirven de otra cosa que de encender las pasiones, como los espectáculos; que las obras del demonio a que renunciamos, son los vicios, y todas las acciones prohibidas por la ley de Dios. No solamente debéis hacerles conocer las obligaciones que han contraído en su Bautismo, pero aún empeñarles con maña a ponerlas en práctica. Es bueno inspirarles desprecio de las grandezas del siglo: se puede por ejemplo, tomar ocasión de las desgracias que suceden a las personas elevadas en dignidad, y de las muertes de los Grandes, de quienes ellos oyen hablar, para hacerles reflexionar sobre la vanidad y la poca duración de los honores de este mundo, y sobre la ventaja que es, no estar el hombre apegado mas que a Dios. Si se habla delante de ellos de algún delito cometido, es menester tomar ocasión de inspirarles horror de él, y hacerles conocer que es la mayor miseria y ceguedad, acarrearse una eternidad de penas por tomarse una satisfacción de un instante. Si en su presencia se dice de algunas personas, que han ido al baile, o a ver la comedia, es importante hacerles comprender, que todas estas cosas pertenecen a las pompas del mundo: y que aquellos placeres son lazos que el demonio tiende a los hombres para hacerles caer en el pecado: que los espectáculos son ocasión de ofender a Dios, y que según San Ambrosio, el baile es compañero casi inseparable de los deleites y de la impureza.
         No debéis jamás sufrir, que en su presencia se disimule con nombre de virtud lo que es pecado según las reglas del Evangelio: que se diga por ejemplo, que es liberalidad hacer gastos superfluos: que tener la mesa más espléndida, y los muebles más ricos, hace al hombre más digno de estimación: que es cosa inocente frecuentar los bailes y espectáculos: que el vengarse de una injuria es tener honra y valor, ... Y tampoco debéis permitir que en presencia de vuestros hijos se ridiculicen las virtudes, porque no conciban desprecio de ellas; como que se llame a la piedad hipocresía, al temor de ofender a Dios escrúpulo y pusilanimidad, a la práctica de la vida penitente rigor indiscreto. En fin, para evitar que incurran en la vanidad, que es fuente de muchos pecados, no se les debe lisonjear su amor propio, haciéndoles vestidos que indiquen lujo; ... Por tanto pecan gravísimamente los padres y madres cuando dan a sus hijos ocasión de escándalo con sus malos ejemplos, y se puede decir de ellos, lo que dice Jesucristo de aquel que escandaliza a los pequeños: Sería muy justo que se les atase una piedra de molino al cuello, y se les arrojase al mar (Mateo 18, 6).
En fin, voy a daros un aviso muy importante, y es, que no os es permitido escoger a vuestro arbitrio el estado que han de tomar vuestros hijos, sin consultar antes a Dios, y sin saber si el Señor los llama a él, porque hay muchos padres y madres, que no miran a otra cosa en esta elección, que a los intereses temporales y puramente humanos. ... Lo más que tenéis derecho de hacer, es informaros de las razones que vuestros hijos tienen para la elección a que se inclinan: pero después que habéis reconocido por el examen que hubiereis hecho de sus motivos, que ellos buscan sinceramente a Dios, y que es Dios quien los llama, es menester sacrificarlos a Dios, y no oponeros a su voluntad.
En lugar de las instrucciones mundanas, que otros dan a sus hijos, decidles vos frecuentemente a los vuestros aquellas bellas palabras del Papa San León. Reconoce, oh cristiano, tu dignidad. ... Habiendo sido hecho participante de la naturaleza divina por el Bautismo, no degeneres jamás por la bajeza de tus sentimientos de esta singular grandeza. Acuérdate de dónde vienes, y a dónde vas. Acuérdate de qué padre eres hijo, y de qué cabeza eres miembro; acuérdate de dónde has sido sacado por la misericordia de Dios, y a qué has sido llamado.
¿Por qué no repetiréis a vuestros hijos los empeños que han contraído con Dios en el Sacramento del Bautismo? ¿Por qué no les haréis a ellos mismos repetir las renucias de Satanás, de sus pompas y de sus obras, que pronunciaron al recibirle? Con este motivo se les explica lo que han de entender por pompas del demonio, y se les dice, que esta es la vida toda de las gentes del  mundo, la frecuencia de los espectáculos y de otras asambleas profanas ; porque el demonio ostenta en ellas sus pompas, esto es, que allí seduce a las almas con los atractivos de la vanidad, de los placeres criminales, con el lujo, y los atavíos provocativos y mundanos. De esta suerte se les hace penetrar el espíritu de los votos de su Bautismo, se les empeña en practicar la observancia de la Ley de Dios, que se comprende casi toda en este primer voto.
Es menester formarles temprano en la piedad. La buena instrucción de un hijo en la primera edad impide que en los años de juventud se extravíe.

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