De La Vida Devota de San
Francisco de Sales.
5.
Hecha la separación y abiertos los libros de las conciencias, quedará puesta de
manifiesto, con toda claridad, la malicia de los malos y el desprecio de que
habrán hecho objeto a Dios; y, por otra parte, la penitencia de los buenos y
los efectos de la gracia de Dios que, en vida, habrán recibido y nada quedará
oculto. ¡ Oh Dios, qué confusión para los unos y qué consuelo para los otros!
6.
Considera la última sentencia de los malos. «Id malditos al fuego eterno,
preparado para el diablo y sus compañeros». Pondera estas palabras tan graves.
«Id», les dice. Es una palabra de abandono eterno, con que Dios deja a estos
desgraciados y los aleja para siempre de su faz. Les llama « malditos ». ¡ Oh
alma mía, qué maldición! Maldición general, que abarca todos los males;
maldición irrevocable, que comprende todos los tiempos y toda la eternidad. Y
añade «al fuego eterno». Mira, ¡oh corazón mío! esta gran eternidad. ¡Oh eterna
eternidad de las penas, qué espantosa eres!
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