miércoles, 3 de diciembre de 2014

Del Catequista orador


Del Catequista orador, tomo 2, página 28 (se han añadido o retirado acentos conforme a las normas actuales).



Es verdad que Dios nos ha prometido el paraíso y los auxilios necesarios para conseguirlo; pero esta promesa nos la ha hecho en la suposición que cooperemos de nuestra parte, aplicándonos a observar sus mandamientos, a reprimir nuestras pasiones, a practicar obras buenas. Por una parte quiere Dios que esperemos el cielo, como si todo dependiese de él y nada de nosotros; y quiere por otra, que trabajemos para conseguirlo, como si todo dependiese de nosotros y nada de él. Ya veis, pues, hijos míos, que para conseguir el cielo, todos debemos concurrir, Dios y nosotros, nosotros y Dios. Por parte de Dios el cielo no puede faltarnos, porque no puede faltar su palabra; pero puede faltarnos por parte de nosotros mismos, porque puede faltar nuestra cooperación. Por eso os decía, que en órden a nuestra eterna esperanza, esperándolo todo de la divina bondad; con temor, temiéndolo todo de nuestra malicia.

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