Diego de Estella.
"La carga del
amor del mundo apega las alas de tu amor: para que no vuele a ti mi Dios,
siendo Tú centro de mi ánima. Pues por qué querré yo cargarme con el amor de
cosas que impiden el vuelo de mi ánima para su criador y esposo? Aborreces de
corazón todo lo que es fuera de ti, pues tú solo bastas para mí.
"Toda criatura te
lanza de sí con ignominia, y te abofetea, para que apartándote de ella,
procures de llegarte a tu criador: como si baldonándote te dijese. ¿Para qué te
llegas a mí, miserable? ¿Para qué me quieres, ánima mezquina? No soy yo el bien
que tú buscas; ya que quieres amar. Vete a donde vas: pasa adelante, y no dejes
el camino verdadero y real que te lleva a tu Dios: y tú aún con todo esto,
ciega, loca y desatinada, no te curas, sino de abrazar a la que no te quiere, a
la que de continuo te echa de sí, y con vituperio procuras de detenerla contra
su voluntad, y sigues a la que huye de ti, ..."
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