" ... se arrojó a mí para arrancarme
los ojos; me maltrató, me cargó de injurias, y se retiró tan vencido, como el
demonio que se valió de él para vencerme. ..."
Al salir del agua tuve una grande
inspiración de no pedir a Dios otra cosa sino paciencia y valor para padecer
animosamente todos los tormentos que me quisiesen hacer sufrir.
...Y el Señor me comunicó nuevo aliento,
haciéndoseme desde entonces tan dulce la prisión, que no la trocaría por otra
alguna estancia.
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