(En este momento no
tengo a mano el autor de este texto)
Modestia:
Tres géneros hay de
modestia, la primera, es la que por eminencia tiene el nombre de modestia sobre
las demás, y es la disposición de nuestros semblantes exteriores; es de alabar,
porque nos sujeta. No hay virtud que necesite más atención, que esta, para que
nos sujete; en esto consiste su valor, porque todo lo que por Dios nos sujeta,
es de gran mérito, y mucho agrada a Su Magestad. No solo nos sujeta por un
poco, sino por siempre, y en todos lugares, tanto solos, como acompañados, y
aún durmiendo. ¡Oh Dios, con qué modestia nos acostaríamos, si os viésemos
presente! sin duda con mucha devoción pondríamos los brazos en cruz. La
modestia, pues, nos sujeta todo el tiempo de la vida, porque siempre están
presentes los Ángeles, y Dios, delante de quien hemos de tenerla. Esta virtud
es muy encomendada para la edificación del prójimo, y es cierto que la sola
modestia exterior ha convertido a muchos. Ella es un sermón mudo, virtud que San
Pablo mucho encomienda, diciendo, sea conocida la modestia de todos los hombres. Hase de mirar
en esta virtud el tiempo, el lugar, y la persona: porque decidme por Dios, el
que nunca fuese visto reír en la recreación, como no se ría fuera de ella, ¿no sería
este tal importuno? Hay unas acciones, que serían inmodestas fuera de aquella
ocasión, y en ella no lo son; ni más, ni menos, como quien se riese estando en
alguna ocupación grave, como si estuviera en la recreación, juzgaríase con
razón por inmodesto, y ligero. Hase de observar también el tiempo, el lugar,
las personas, y la conversación en que se halla, y con particularidad la
calidad de las personas."
"La segunda es la
modestia interior; esta produce en el alma los mismos efectos que de la
exterior se ha dicho acerca del cuerpo. Detiene las potencias interiores en
tranquilidad, vedando la curiosidad al entendimiento, sobre quien con
particularidad hace su oficio. Corta a la voluntad la muchedumbre de los
deseos, obrando que se ocupe en el oficio de Magdalena, que ha escogido, que
nunca se le quitarán; esto es la voluntad de agradar a Dios. Marta bien puede
representar la inmodestia de la voluntad; ella parece se inquieta, aplica con
cuidado los criados de casa, todo lo anda sin parar, por deseo que tiene de
hospedar bien al Salvador. La comida nunca le parece bien sazonada, por el
deseo de regalarle, ni más ni menos la voluntad, no siendo detenida de la
modestia, pasa de una cosa a otra para encenderse en el amor de Dios; desea
diferentes medios para servirle, y no perfecciona lo que desea. Mejor es
estarse con Dios, como Magdalena, pidiéndole que nos dé su santo amor, sin
pensar cómo, y con qué medios le podremos nosotros adquirir. La modestia tiene
atada la voluntad en el ejercicio de los medios de su adelantamiento en amar a
Dios, conforme la vocación en que nos hallamos.
He dicho, que principalmente esta
virtud se ocupa en sujetar el entendimeinto; esto es, porque la natural
curiosidad qeu tenemos es de mucho daño, y de ella naca que nunca sepamos cosa
con perfección, si no gastamos mucho tiempo en aprenderla: Las abejas nunca
tienen sosiego hasta tener Rey, ni cesan de volar; luego que nace el Rey,
júntanse con él, y le cercan. Nuestras almas habiendo escogido a Dios por Rey
único, y soberano, hanse de sosegar las potencias, como abejuelas místicas,
juntarse con Él, no salir de sus moradas, sino para el ejercicio de obras de
caridad, que este Santo Rey les mandare que ejecuten con sus próximos, luego
vuélvanse a su modestia, y en la santa paz tan amable para labrar, y juntar la
miel de sus santos, y amorosos conceptos, y efectos que sacan de su amorosa
presencia. Con esto huyen, no sólo la curiosidad del entendimiento, con el
medio de la simple atención en Dios, hasta también el desaliño del espíritu, y
la poca estimación de los ejercicios de caridad con sus próximos, cuando se los
piden.
La modestia exterior ayuda mucho a
la interior para adquirir la paz, y tranquilidad del alma. Todos los Santos que
han tenido grande ejercicio de oración, han conocido que la modestia les
ayudaba mucho; por esto se lee que oraban de rodillas con las manos juntas, o
con los brazos en cruz.
La tercera modestia mira a las
palabras, y al modo de platicar. ...
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