viernes, 5 de diciembre de 2014

SOBRE LA MODESTIA



(En este momento no tengo a mano el autor de este texto)

Modestia:
Tres géneros hay de modestia, la primera, es la que por eminencia tiene el nombre de modestia sobre las demás, y es la disposición de nuestros semblantes exteriores; es de alabar, porque nos sujeta. No hay virtud que necesite más atención, que esta, para que nos sujete; en esto consiste su valor, porque todo lo que por Dios nos sujeta, es de gran mérito, y mucho agrada a Su Magestad. No solo nos sujeta por un poco, sino por siempre, y en todos lugares, tanto solos, como acompañados, y aún durmiendo. ¡Oh Dios, con qué modestia nos acostaríamos, si os viésemos presente! sin duda con mucha devoción pondríamos los brazos en cruz. La modestia, pues, nos sujeta todo el tiempo de la vida, porque siempre están presentes los Ángeles, y Dios, delante de quien hemos de tenerla. Esta virtud es muy encomendada para la edificación del prójimo, y es cierto que la sola modestia exterior ha convertido a muchos. Ella es un sermón mudo, virtud que San Pablo mucho encomienda, diciendo, sea conocida la  modestia de todos los hombres. Hase de mirar en esta virtud el tiempo, el lugar, y la persona: porque decidme por Dios, el que nunca fuese visto reír en la recreación, como no se ría fuera de ella, ¿no sería este tal importuno? Hay unas acciones, que serían inmodestas fuera de aquella ocasión, y en ella no lo son; ni más, ni menos, como quien se riese estando en alguna ocupación grave, como si estuviera en la recreación, juzgaríase con razón por inmodesto, y ligero. Hase de observar también el tiempo, el lugar, las personas, y la conversación en que se halla, y con particularidad la calidad de las personas."
"La segunda es la modestia interior; esta produce en el alma los mismos efectos que de la exterior se ha dicho acerca del cuerpo. Detiene las potencias interiores en tranquilidad, vedando la curiosidad al entendimiento, sobre quien con particularidad hace su oficio. Corta a la voluntad la muchedumbre de los deseos, obrando que se ocupe en el oficio de Magdalena, que ha escogido, que nunca se le quitarán; esto es la voluntad de agradar a Dios. Marta bien puede representar la inmodestia de la voluntad; ella parece se inquieta, aplica con cuidado los criados de casa, todo lo anda sin parar, por deseo que tiene de hospedar bien al Salvador. La comida nunca le parece bien sazonada, por el deseo de regalarle, ni más ni menos la voluntad, no siendo detenida de la modestia, pasa de una cosa a otra para encenderse en el amor de Dios; desea diferentes medios para servirle, y no perfecciona lo que desea. Mejor es estarse con Dios, como Magdalena, pidiéndole que nos dé su santo amor, sin pensar cómo, y con qué medios le podremos nosotros adquirir. La modestia tiene atada la voluntad en el ejercicio de los medios de su adelantamiento en amar a Dios, conforme la vocación en que nos hallamos.
            He dicho, que principalmente esta virtud se ocupa en sujetar el entendimeinto; esto es, porque la natural curiosidad qeu tenemos es de mucho daño, y de ella naca que nunca sepamos cosa con perfección, si no gastamos mucho tiempo en aprenderla: Las abejas nunca tienen sosiego hasta tener Rey, ni cesan de volar; luego que nace el Rey, júntanse con él, y le cercan. Nuestras almas habiendo escogido a Dios por Rey único, y soberano, hanse de sosegar las potencias, como abejuelas místicas, juntarse con Él, no salir de sus moradas, sino para el ejercicio de obras de caridad, que este Santo Rey les mandare que ejecuten con sus próximos, luego vuélvanse a su modestia, y en la santa paz tan amable para labrar, y juntar la miel de sus santos, y amorosos conceptos, y efectos que sacan de su amorosa presencia. Con esto huyen, no sólo la curiosidad del entendimiento, con el medio de la simple atención en Dios, hasta también el desaliño del espíritu, y la poca estimación de los ejercicios de caridad con sus próximos, cuando se los piden.
            La modestia exterior ayuda mucho a la interior para adquirir la paz, y tranquilidad del alma. Todos los Santos que han tenido grande ejercicio de oración, han conocido que la modestia les ayudaba mucho; por esto se lee que oraban de rodillas con las manos juntas, o con los brazos en cruz.
            La tercera modestia mira a las palabras, y al modo de platicar. ...

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