De Antonio Oriol.
Fue crucificado, muerto, y sepultado nuestro Señor
Jesucristo por nuestro amor, para librarnos de nuestros pecados, y de las manos
de nuestros enemigos. Que nosotros esclavos éramos de nuestro pecado, y del
demonio, y el Señor nos redimió con su preciosa Sangre.
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Consideando que el fundamento principal de toda la
perfección cristiana consiste en saber, y entender bien la Doctrina de Cristo; ha
parecido conveniente, sacar aparte, del Libro de los Desengaños Místicos, esta
breve Explicación de todo el Sagrado Texto de la Doctrina Cristiana;
que ni es tan concisa, como la vulgar que se usa; ni tan larga, que cause
molestia; para que teniéndola siempre a mano las Personas Espirituales, se
aprovechen de ella, con
-"... para merecer el Santo Bautismo, porque naciste en pecado
original, enemigo de Dios, hijo de ira, como dice San Pablo; y desheredado de la Gloria. Por lo cual,
no por merecimientos tuyos, sino por los infinitos merecimientos del Señor, que
murió por ti, recibiste la inestimable Dignidad de ser Cristiano, Discípulo de
Cristo, y heredero de la eterna Bienaventuranza. Pondera mucho, cuan mal
discípulo has sido del Señor, pues según tus malas obras, más has parecido
discípulo del Demonio, y del Mundo, cuya Doctrina has seguido, que fiel
Discípulo de Cristo.
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Se
dice, que vendrá a juzgar los vivos, y los
muertos; porque aunque en aquel último día ya habrán muerto todos, y
resucitado; los buenos se llaman vivos, y los malos se dicen muertos.
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Todas
las buenas obras de los Justos tienen tres partes, o consideraciones distintas,
que son. La primera, el ser meritorias de aumento de gracia, y de Gloria. Esta
siempre se queda en quien hace la buena obra. La segunda, el ser impetratorias
de favores, auxilios, y beneficios de Dios. Esta se puede aplicar por otras
criaturas. La tercera, el ser satisfactorias, por lo que debemos satisfacer por
los pecados que están perdonados; pero no está perdonada toda la pena que les corresponde, o en esta vida mortal, o en el Purgatorio. Esta
parte se puede aplicar, no sólo por las benditas Almas del Purgatorio, sino
también por los vivos, unos por otros, a mas de que se participan por la Comunión de los Santos
Creo
en la Resurrección
de la carne.
En
esto creemos, que en el día del Juicio resucitarán todos los muertos; los
buenos resucitarán gloriosos, y hermosos; y los malos al contrario, feos,
miserables, y abominables.
Creo
en la vida perdurable. Confesamos, y creemos, que después del Juicio universal,
los Justos que murieron en gracia de Dios, en cuerpo, y alma resucitados han de
gozar para siempre de la Gloria
eterna: y los malos también en cuerpo, y alma padecerán eternamente en el
Infierno.
...
A las Gloria van los Justos, y Santos
que mueren en gracia de Diso, y salen del todo purificados de esta vida mortal.
Al Infierno van las Almas de los
pecadores, que mueren en desgracia de Dios, sin haberse confesado bien.
Al purgatorio van las almas de los que
mueren en gracia de Dios; pero no se han purificado bien de sus imperfecciones,
y culpas leves, ni han satisfecho bien en esta vida la pena que merecían por
sus pecados.
Las penas que padecen las benditas
Almas del Purgatorio, no se dicen propiamente Satisfacción, porque no están en
estado de merecer; y así más propiamente se dicen Satispasión. Lo que nosotros
ofrecemos por ellas, y o las Indulgencias que les aplicamos, esto es
propiamente Satisfacción.
...
Los cuatro Novísimos, son: Muerte,
Juicio, Infierno, y Gloria: y se dicen Novísimos, porque son, y han de ser los
últimos pasos de toda criatura humana racional.
Los Dotes del Alma gloriosa son tres:
Visión, Comprehensión;y Fruición: La Visión Beatífica,
consiste en ver a Dios claramente, cara a cara, como dice San Pablo: y
corresponde este Dote a la Fe
que tuvo el alma en esta vida mortal. Esta visión clara, es por acto de
entendimiento. La
Comprehensión, es tener ya conseguido el fin, y corresponde a
la Esperanza,
que tuvo el alma cuando vivía en el Mundo. La Fruición, es la suma
delectación, que se sigue en el alma de ver a Dios claramene, y poseerle, y
amarle. Esta corresponde a la
Caridad.
Los Dotes del Cuerpo glorioso, son
cuatro, Claridad, Impasibilidad, Sutileza, y Agilidad. La Claridad, sirve para la
hermosura transparente, que tendrán los Cuerpos de los Santos en la Gloria, que están
transparenes, y bellísimos. La
Impasibilidad, sirve para que el Cuerpo no reciba las
pasiones dañosas, que le den molestia. La Sutilidad, sirve para que no le impida el movimiento la resistencia ajena de otros
cuerpos. La Agilidad,
le quita al cuerpo la gravedad, y pesadez propia, para moverse pronto, y veloz,
conforme a la Divina
voluntad, sin resistencia alguna.
El Cuerpo glorioso quedará más
transparente para recibir la luz, que un finísimo cristal. Y a mas de recibir
la luz, la causará, y derramará de sí, porque entrambas cosas le dará el Dote
de Claridad.
Inclínese nuestro pesado corazón a seguir las
justificaciones del Señor, considerando esta colmadísima retribución que
tendrán los Justos en cuerpo, y alma gloriosos.
En la Ley Antigua reveló
Dios estos diez Mandamientos, y los intimó a su Pueblo; y después nuestro Señor
Jesucristo los confirmó en la Ley
de Gracia, que profesamos.
Los tres primeros
pertenecen al honor de Dios, porque quiere que le sirvamos, lo primero con el
corazón, lo segundo con la boca, y lo tercero con las obras.
El primero, Amarás a Dios
sobre todas las cosas. Esto lo guardarás adorando, y reconociendo un solo Dios;
y contra este Mandamiento pecan los que adoran Ídolos, y hacen otras
supersticiones y hechicerías.
Amarás a Dios sobre todas
las cosas, si te determinas a perder todas las cosas, vida, honra, y hacienda,
antes que perder a Dios, ni cometer un pecado mortal.
El segundo, No jurarás el
Nombre de Dios en vano. Cumplen este Mandamiento los que alaban, y dan gracias
a Dios, y nunca juran sin las tres condiciones, que son justicia, necesidad, y
verdad.
Contra este Mandamiento
pecan los blasfemos, y los que juran lo que no es verdad, aunque sea con
mentira leve. Si la mentira leve se confirma con juramente, es pecado mortal.
El voto es una promesa,
que se hace a Dios, de mejor bien, que su contrario. Los que han de hacer, o
tienen hecho algún voto, consulten con persona docta, si algo dudan.
El tercero, Santificarás
las Fiestas. Manifestando con obras exteriores la Fe, y amor, que tenemos a Dios en nuestro
corazón.
Guardaremos este
Mandamiento, no trabajando obras serviles en tales días, como lo manda Dios, y
oyendo Misa, como lo manda la
Iglesia.
El cuarto, Honrarás Padre,
y Madre. Obedeciéndoles, reverenciándolos, y ayudándolos en lo que podamos.
También debemos honrar a
los mayores, como son los Señores Sacerdotes, Prelados, Reyes, Padres de
República, Ancianos, y Pobres de Cristo.
El quinto, No matarás.
Cumplirás este Mandamiento, no queriendo, ni haciendo mal al próximo, con el
pensamiento, ni con la palabra, ni con la obra, sino amándole como a ti mismo.
Las impaciencias,
maldiciones, injurias, deseos de la muerte, y comer, o beber cosa que nos hace
daño, es también contra este Mandamiento.
El sexto, No fornicarás.
Este Mandamiento se cumple, huyendo de toda deshonestidad, por pensamiento,
palabra, y obra: y no queriendo ver, ni oír, ni tocar con malicia, ni leer, ...
El séptimo, No hurtarás.
Guardarás este Mandamiento, no tomando, ni reteniendo cosa, que no es tuya, ni
haciendo daño a la hacienda de otro.
Contra el octavo Mandamiento no sólo se
peca con el falso testimonio contra el próximo, sino también descubriendo
faltas ajenas ocultas, aunque sea con verdad; y con murmuraciones, juicios
temerarios, y mentiras.
El noveno. No desearás la mujer de tu
próximo. Porque no sólo está prohibido el pecar por obra, sino que también por
deseo.
El décimo. No desearás las cosas
ajenas. Este Mandamiento se explica de la misma manera, porque no sólo es
pecado el hacer mal de obra, sino también el deseo de hacer cosa injusta y
mala.
Para este Sacramento son necesarios
tres actos en el Penitente, que son Contrición de corazón, confesión de los
pecados, y satisfacción.
La Contrición de corazón
es en dos maneras, una se llama Contrición perfecta, que es dolor de haber
ofendido a Dios, por ser Dios quien es, infinitamente bueno, y Santo. La otra
se llama Atrición, y es dolor de haber ofendido a Dios, por la fealdad del
pecado, y porque Dios nos castigará con las penas del Infierno, y nos privará
de la Gloria.
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